No
sé si te habrás dado cuenta pero a muchos gays les sucede algo muy
curioso en relación a su sexualidad: han desarrollado una intranquilidad
anómala ante la posibilidad de haberse infectado de alguna ITS. Conozco
casos de chicos que se han llegado a hacer la prueba del VIH varias
veces en una sola semana: en todas las ONGs, en las farmacias, se la
piden a su médico e incluso pagan en laboratorios privados. También hay
hombres que llaman una y otra vez a los servicios de información sobre
salud sexual o que se apuntan a todos los talleres de sexo más seguro
que encuentran. Hombres que viven su sexualidad entre el temor a
infectarse, la obsesión por interrogar a sus amantes acerca de su salud
sexual y la convicción inconsciente de que algo malo, muy malo, les
sucederá indefectiblemente. Y uno se pregunta ¿acaso eso es vida?
- Relájate. es imposible que superes un TOC si no haces algo para estar más relajado. Esto es así. Antes y por encima de cualquier intervención para modificar falsas creencias es imprescindible que reduzcas tu nivel de ansiedad. ¿Te animas a aprender a meditar?
- Asesorarte. Cuanto más sepas, mejor para ti. Si lo máximo que sabes de las ITS es que salen manchas, que supuran y que tienen una pinta horrenda, vas a seguir prisionero del pánico. Sin embargo, si te informas en profundidad hasta el punto de conocer la sintomatología exacta de una ITS, ello mismo te va a permitir descartar todo lo que no lo es y darte cuenta de que la mitad de tus preocupaciones no son más que “pajas mentales”. Por otro lado, en caso de que sí sea una ITS, sabrás rápidamente detectarla y acudir a tu médico para que te proporcione el tratamiento adecuado. Informarse es como follar: lo chungo es quedarse a medias.
- Tu relación con tu médico debe ser buena. Si no lo es, cambia de médico (o cambia de actitud). Es un profesional importantísimo en nuestra vida así que ya nos estamos despabilando. La mayoría de los médicos son mucho más gayfriendly de lo que te puedes imaginar y, a veces, no preguntan por no ofender. Pero si inicias la conversación sobre ITS, le manifiestas que tienes interés en mantener tu salud y que sueles tener sexo con otros hombres porque eres gay, seguramente obtendrás una respuesta positiva. Si tú no te atreves a hablar con tu médico sobre tu sexualidad, entonces tú tienes un problema y si el que te responde inadecuadamente y/o te juzga es el médico, entonces es él quien tiene un problema llamado “reclamación y/o denuncia por trato discriminatorio”. No te cortes en ningún sentido y pon tu sexualidad sobre la mesa ¿de acuerdo? A partir de aquí pídele una revisión periódica de ITS, que te derive al especialista para hacerte una exploración anal, que te asesore sobre recursos, etc.
- Vincúlate a una fuente fiable de información. Todas las asociaciones, organizaciones, plataformas y puntos de información que trabajan sobre la salud sexual tienen perfil en las redes sociales. Agrégales como contactos o hazte seguidor. Así, cada vez que surja una noticia o se emita cualquier tipo de información fiable, recibirás el tuiteo o aparecerá en tu muro de inicio. Incluso podrás comentarla para pedir que te amplíen datos o te resuelvan dudas. Estas organizaciones se preocupan de que estemos bien informados y podamos, gracias a ello, tomar decisiones adecuadas sobre nuestra salud sexual.
- Toma decisiones informadas y valora el nivel de riesgo que estás dispuesto a asumir. Una decisión informada es una decisión que se toma teniendo en la mano toda la información veraz que la decisión requiere. En lo referente a salud sexual deberás tener claro que el preservativo no lo evita todo. Te pueden pasar una gonorrea haciéndote una felación así que, para no pillar nada, la única vía es reducir tu sexualidad a la masturbación. Si, como imagino, ésta no es tu alternativa más deseable, valora el grado de riesgo que estás dispuesto a asumir. A lo mejor tienes muy claro que no quieres infectarte de VIH ni de ninguna hepatitis así como que prefieres dejar el linfogranuloma y la sífilis lo más lejos posible de tu vida pero que, como no quieres que te la chupen con plástico, puedes asumir alguna gonorrea y, a la que te escueza al orinar, ir a tu médico a que te recete el antibiótico. Hay una cosa muy clara: eres un adulto y los adultos valoramos las consecuencias de nuestras elecciones y las asumimos. Debes ser tú mismo quien tome decisiones sobre su salud sexual y debes hacerlo convencido de lo que decides. Huir de posicionarte acerca de cómo quieres vivir tu sexualidad solo te traerá consecuencias que no habías previsto. Infórmate, sopesa, decide, mantente firme.
- Ten a mano todas las herramientas que necesites. Tendrías que ver mi mesilla de noche: condones (normales, de texturas y de sabores) lubricante con base acuosa, aceite para masaje, toallitas húmedas, juguetes… ¡medio sexshop! La idea es ésa, tener siempre cerca cualquier elemento que puedas necesitar para cualquiera de tus prácticas sexuales. No improvises y evitarás quebraderos de cabeza. Además, tus amantes te lo agradecerán y se sentirán mucho más cómodos al estar con un hombre que sabe lo que se hace. Es bueno que sepas sacarle partido a tus preservativos porque sirven para mucho más que para la penetración: para cubrir juguetes sexuales, para cuando hagas “dedos”, etc. Si te gusta el fist ten siempre una bolsa de guantes de látex a mano (nunca mejor dicho) además de la crema. Lleva preservativos en la bolsa del gimnasio, en el bolsillo de la cazadora y en el bolso (si usas). Lleva condones en la maleta cuando vayas de viaje. Lleva condones en cualquier desplazamiento que hagas. Y llévalos sintiéndote orgulloso de ser un hombre que se cuida.
TOC son las siglas de Trastorno Obsesivo Compulsivo y
consiste, básicamente, en un ritual obsesivo, en una conducta que se repite de
manera incontrolada para aliviar la excesiva ansiedad que les provoca un evento
equis. Uno de los más conocidos tiene que ver con la limpieza: esas personas
que se lavan las manos una vez y otra, y otra, y otra por miedo a contraer una
enfermedad. O los que revisan cada cinco minutos la llave del gas por si se la
han dejado abierta y provocan una explosión. Quizá conozcas a alguien (o te
pase a ti) que se hace la prueba del VIH de manera compulsiva varias veces al
mes. Quizá, una vez que tienes sexo, empiezas a comerte el tarro con que si el
chico tenía una manchita en el glande, que si le viste una llaguita en no sé
dónde. Esa noche duermes mal y te levantas molesto e inmediatamente entras en
pánico “¡me siento mal porque seguro que he pillado algo!” Te obsesionas
con la posibilidad de infectarte de alguna ITS
y te preocupas excesivamente ante cualquier posible síntoma. Con el tiempo
empiezas a ponerte muy nervioso solo por pensar en quedar con alguien para
tener sexo porque sabes que, a la que terminéis de follar (e incluso durante)
empezará tu paranoia hasta el punto de volverte loco ante la señal más
insignificante: el corazón se te disparará, se te cerrará el estómago, no
podrás dormir y tendrás pesadillas en las cuales te verás “marcado para
siempre por alguna enfermedad”.
¿Por qué nos sucede esto? Bueno, puedo darte alguna
pista simplemente acudiendo a la definición de TOC: es un trastorno de la
ansiedad, y los gays somos vulnerables a los trastornos de ansiedad
debido a toda esa acumulación de eventos estresantes que hemos vivido a lo
largo de nuestra biografía. Pero, además, en nuestro contexto sucede un hecho
diferencial que tiene que ver con los mensajes sobre nuestra sexualidad.
Mensaje:
Sexo gay = ITS.
Evidentemente es necesario porque somos
el grupo poblacional más vulnerable en occidente pero si buscas información
sobre sexualidad gay ¿qué encuentras?: campañas de prevención, sexo más seguro,
información sobre ITS… y algún articulito que hable (por poner un ejemplo) sobre
cómo dar un masaje testicular. Pero poco más. Es así: hay que prevenir y todos
los mensajes que escuchamos sobre nuestra sexualidad incluyen indefectiblemente
términos como ITS o infección. Así que ya tenemos un primer indicio sobre el
asunto: los mensajes de nuestro entorno asocian sexualidad con ITS. No pienso
que ello esté mal, simplemente recojo que ello sucede.
Por otro lado, además de los mensajes
comunitarios que persiguen disminuir nuestro nivel de riesgo, tenemos otros
mensajes mucho peores y que provienen de sectores marcadamente homofóbicos.
¿Quién no ha oído eso de “los maricones son unos sidosos porque ellos se lo
buscan”? Desde los inicios de la epidemia de VIH en occidente, los sectores
más homófobos a la derecha (¡y a la izquierda!) de nuestra sociedad han
criminalizado la sexualidad gay. Lo tuvieron servido en bandeja de plata: “tienen
lo que se merecen por su conducta depravada”. El problema es que nosotros
nos lo creímos. Y ahí seguimos. Muchos hombres recién diagnosticados de VIH me
cuentan cosas como “de repente, fue como si las amenazas de mi padre se
hubiesen hecho ciertas. Me decía: ¿cómo se te ocurre ser maricón? ¿Qué quieres:
pillar un sida? Y, al final, tuvo razón”. El diagnóstico te vuelca encima
de los hombros toda la hijoputez de la que tuviste que escapar un día.
Como si todo siguiese igual. Devastador, ¿verdad?
Y esta maldad manifiesta de la que
seguiremos siendo víctimas hasta que no aprendamos a poner a cada uno en el
sitio que se merece (ejem, es solo una sugerencia) se evidencia también en el
sentimiento de culpabilidad con que viven muchos hombres de nuestra comunidad.
Tú puedes pensar que no te sientes culpable de nada pero hay algo muy curioso:
la persona que siente vergüenza teme ser abandonada y la persona que siente
culpa teme un castigo. Y ahí está tu sentimiento de culpabilidad con su
estupenda frase de presentación: “¿no has estado jugando con fuego? Pues aquí
tienes lo que te has buscado tú solito”. Tener la expectativa de que algo
así sucedería era estar convencido de que más tarde o más temprano te llevarías
tu merecido. Si eso no es esperar un castigo ya me explicarás tú qué es.
Pues eso: mezcla nuestro sentimiento de
culpabilidad y nuestra ansiedad con mensajes admonitorios acerca de las terribles
enfermedades que nos aguardan a los maricones. Añádeles todas las veces que
encuentras relacionados los conceptos “sexualidad gay” con “ITS” en nuestro
propio contexto y ¿qué te resulta? ¡Un TOC del tamaño de Rusia!
Enfoque
actual sobre el TOC.
Hasta hace poquito la forma de tratar el
TOC era a través del RPE (Response-Preventive Exposure o Exposición con
Prevención de Respuesta… cuantas siglas en el artículo de hoy ¿verdad?). El RPE
consiste en exponer a la persona a aquello que le provoca la compulsión y que,
poco a poco, vaya siendo capaz de soportar la ansiedad que le genera el no
poder llevar a cabo su ritual obsesivo. En el caso del que hablamos se trataría
que el hombre tuviese sexo y que aguantase sin llamar a teléfonos de
información ni pedir cita para hacerse la prueba. A lo mejor la primera vez
aguantas un día… y luego dos, y tres. Y una semana. Y así hasta que seas capaz
de ir a hacerte la prueba cuando te toque la revisión anual y no cada semana.
Actualmente contamos con otras técnicas
que están demostrando su eficacia. Una de ellas tiene que ver con la terapia
cognitiva y se enfoca en el proceso de catastrofización. Se ha visto que las
personas con TOC tienden a catastrofizar sobre lo que les ocurrirá en el futuro
poniéndose siempre en el peor de los escenarios imaginables (“si algo puede
salir mal, saldrá peor”) y, además, tienden a considerar que tienen un
exceso de responsabilidad en los acontecimientos. El trabajo con estas personas
consiste en ir afrontando esta sesgo cognitivo que es la catastrofización y,
paralelamente, reconstruir su edificio mental acerca de aquello que le
obsesiona: sus creencias erróneas.
El
falso mito de la promiscuidad.
Curiosamente el tema de la promiscuidad es
uno de los que más afecta este proceso obsesivo. Al fin y al cabo damos por
hecho que si eres promiscuo estás muchísimo más expuesto a las ITS que si no lo
eres ¿verdad? Y los gays somos promiscuos ¿no? Pues no. Bueno, a medias. En
primer lugar deberíamos saber qué significa ser promiscuo. ¿A partir de cuántas
relaciones sexuales semanales se es promiscuo? ¿Con cuántos hombres diferentes
debe tenerse sexo para que uno entre en la categoría de promiscuo? ¡Es absurdo! El de promiscuidad es un concepto
misógino y, por eso, se nos aplica a los gays. En lugar de decir que los gays
somos unos “donjuanes” que disfrutamos la vida, se dice que somos “putas”,
¿necesitas que te explique dónde está la homofobia?
Por otra parte, aunque te parezca lo
contrario, tener muchas relaciones sexuales –de por sí- no es suficiente para
llevarte alguna ITS a casa. Las prostitutas profesionales tienen unas tasas de
ITS muy bajas: un
1,8% de VIH, un 1,52% de sífilis y un 0,5% de gonorrea. Por muy bueno que esté
cualquier gay que me presentes, me apuesto lo que quieras a que no folla más que
una prostituta profesional. Por tanto, la vulnerabilidad a las ITS de nuestra
comunidad, deberemos buscarla en otros factores diferentes del número de
relaciones sexuales que mantenemos. Y esos factores son fundamentalmente dos:
la consistencia en el uso del preservativo y las tasas de prevalencia de ITS.
Una prostituta siempre, siempre, siempre usa preservativo y es innegociable que
atienda a un cliente sin hacerlo ¡le diga él lo que le diga! Así que una buena
idea es usar siempre, siempre, siempre el preservativo ¡diga tu ligue lo que
diga sobre si “él está sano y limpito”! El otro factor importantísimo es
el de las tasas de prevalencia (especialmente de epidemia oculta:
personas que no se han hecho la prueba y no saben que tienen la infección) así
como la de nuevas infecciones. Nosotros tenemos ambas tasas altísimas y eso
hace que con una sola exposición estemos corriendo un gran riesgo. Son estos dos
elementos y no la cantidad de veces que tenemos sexo, los que nos hacen
vulnerables. En resumen: folla mucho pero folla bien.
Sexo
cool.
Sexualidad, según la Organización Mundial
de la Salud, es “un aspecto central del ser humano, presente a lo largo de
su vida. Abarca al sexo, las identidades y los papeles de género, el erotismo,
el placer, la intimidad, la reproducción y la orientación sexual. Se vive y se
expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes,
valores, conductas, prácticas, papeles y relaciones interpersonales”. Es
algo central en el ser humano, presente a lo largo de toda su vida, que se
expresa de múltiples maneras y nos hace gozar. Si entras en el apartado
“Sexualidad” de mi web (www.gabrieljmartin.com) verás que he recogido los Derechos
Sexuales que son una serie de afirmaciones acerca de lo que debe ser la
sexualidad de todos y cada uno de los seres humanos y que fueron consensuados y
aprobados en el XIII Congreso Mundial de Sexología (1997). En ellos se recoge
que una sexualidad sana supone libertad, autonomía, seguridad, privacidad,
equidad, placer, expresión, elección, decisión, conocimiento, educación y
atención clínica. Bien, éste es el punto: vamos a vivir una (homo)sexualidad
sana que incluya libertad, atención clínica, educación, placer y elección.
Tengamos una sexualidad guay, una sexualidad cool y, para ello,
liberémonos del miedo, de los TOCs y de todos los entramados mentales
distorsionados que nos impiden gozar de nuestra sexualidad de la manera más placentera.
Hasta ahora hemos asociado “sexo” a “ITS” cuando deberíamos asociar “ITS” a
“vigilancia” y “sexo” a “placer”. Vamos a hacerlo tal como te indico en el
gráfico 1.
Para
romper en enlace “sexo-ITS” que nos provoca los TOCs lo mejor es fortalecer el
enlace de los conceptos que tenemos asociados a cada uno de los miembros de ese
paralelismo distorsionado. Así, el placer que debemos asociar al sexo lo vamos
a relacionar con la vigilancia que deberíamos asociar a las ITS, ¿cómo?
Convirtiendo la vigilancia de las ITS en algo placentero (y te aseguro que no
estoy de coña). Se trata de no concebir las ITS como algo que alguna
inteligencia cósmica malvada puso en el mundo para andar jodiéndonos sino como
lo que son: trocitos de ADN (o ARN) envueltos en capsulitas de proteínas que
aprovechan cualquier posibilidad para transportarse de un organismo a otro y
continuar replicándose dentro de sus células aunque ello pueda perjudicar
mortalmente al propietario de esas células. Ninguna bacteria, ningún virus sabe
que está enfermando a nadie, simplemente se replica de forma bastante
automática si se dan las condiciones para ello. Ni los virus ni las bacterias
tienen intencionalidad así que tampoco pueden tener moral y, por ende, no
juzgan a los propietarios de los cuerpos por donde ellos pululan. No dicen “A
por éste, que es una guarra” ni tampoco “a este lo cazo, que es medio
pavo y no se protege”, sencillamente son transportados por un fluido y si, en
ese viaje, llegan a otro organismo ¡simplemente se siguen replicando! Supongo
que a estas alturas habrás sido capaz de ver que esto no es un asunto de ser
bueno o malo sino, sencillamente, de ser más listo que una bacteria. Y ésta es
mi pregunta: ¿eres más listo que una bacteria?
En el caso de que lo seas (cosa que
honestamente deseo) mi propuesta es que uses tu inteligencia superior para
convertir la vigilancia de las ITS en algo agradable y que forme parte de tu
estilo “guay de vida gay”. Para ello necesitas sentirte cómodo y seguro.
Porque, si lo piensas, lo más importante es que seas
muy asertivo, que te sientas orgulloso de cuidar tu cuerpo, de estar informado
y de saber mantenerte firme en tus decisiones. De que si alguien no quiere
jugar con tus reglas, lo eches del terreno de juego sin miramientos. Si alguien
quiere convencerte de que tengas un sexo inseguro que no deseas, no te cortes
en remarcar que el sexo contigo “o es seguro, o no es”. Date a valer. Hay
demasiados peces en el estanque como para que tengas que conformarte con alguien
que no respeta ni su salud ni la tuya. Si vives el sexo como una huida de las
ITS, más tarde o más temprano bajarás la guardia porque ningún ser humano puede
vivir en situación de crisis constantemente. Con frecuencia nos acostumbramos
al miedo y las amenazas dejan de causarnos preocupación. Tanto asustarnos,
finalmente, nos hace relajarnos. Pero a virus y bacterias les importa un carajo
si estamos asustados o no: ellos aprovechan las oportunidades y punto. ¿Qué tal
si, para variar, eres tú y no tu miedo quien toma las riendas? ¿Qué tal si
adoptas otro enfoque? ¿Qué tal si –a partir de ahora- lo guay es que tomes
decisiones informadas? Eres un adulto y ni quieres ni puedes vivir acojonado.
Es tan simple como eso. Quizá todo pase porque comiences a sentirte orgulloso
de quién eres, incluyendo -en ese orgullo- vivir tu sexualidad como ello se
merece: con toda la dignidad que corresponde a un ser humano. Infórmate,
decide, pásalo bien. Y quiérete mucho, maricón. Hasta pronto.
Por Gabriel J. Martín.
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